El sueño infantil es evolutivo. De igual forma que a un recién nacido no se le pide que sepa montar en bicicleta, tampoco tendría que ser una exigencia que durmiese con un patrón de sueño adulto.
La pediatría «moderna» ha querido convencer a la sociedad de que casi la mitad de los bebés y niños sufren un trastorno conocido como «insomnio por hábitos incorrectos». Esto ha generado miedo en las familias y la necesidad de arreglar algo en sus bebés.
Esta creencia de que los bebés duermen mal nace a principios del siglo XX. Parte de estudios totalmente sesgados, donde se estudian los patrones de sueño de bebés cuidados según las recomendaciones de la época (separados de la madre, alimentados con leche de fórmula, con horarios, sueño en solitario y ausencia de contacto humano). ¿Alguien cree que esos bebés presentarán un comportamiento y unos patrones de sueño saludables que puedan ser extrapolados a todos los bebés? Pues cualquier persona con dos dedos de frente entiende que no, pero así se hizo y ahí empezó el problema.
¿Por qué es fácil convencer a una familia de que su bebé tiene un problema? Pues porque las familias, cuando tienen un bebé en casa, sufren un problema de sueño, porque los ritmos de un bebé difieren bastante de los ritmos de un adulto. Entonces, es más fácil creer que el bebé tiene un problema que entender esta realidad.
En algunos niños, el proceso de maduración del sueño se desarrolla de manera más veloz que en otros. Además, existe una enorme variabilidad entre unos niños y otros. Laura Paz, fisioterapeuta y osteópata pediatra con más de 14 años de experiencia en el entrenamiento de futuras madres, tiene su propio criterio al respecto, basado en el conocimiento del neurodesarrollo del bebé y en la neurociencia del sueño infantil. Asevera que el proceso del sueño infantil es evolutivo y las técnicas de entrenamiento tienen consecuencias muy importantes sobre la salud emocional de los infantes.
Por qué es importante el sueño infantil
Laura Paz es madre y sanitaria. Lleva 15 años trabajando como fisioterapeuta y osteópata pediátrica, acompañando a las familias en la crianza y ayudándoles en las dificultades que van surgiendo en el proceso. Según ella, el «insomnio infantil» es un motivo frecuente de consulta y muy pocas veces es un problema real; la inmensa mayoría de las veces lo que se encuentran son expectativas poco realistas y un desconocimiento sobre el sueño en la infancia.
Muchas familias, desesperadas por la falta de sueño y creyendo que sus hijos tienen un problema y que están enfermos, recurren a medidas que no son inocuas y tienen serias consecuencias en la salud física, mental y emocional de los niños. Desde hace unos años, se ha puesto de moda consultar a asesoras de sueño para mejorar el sueño de los niños y las familias, aplicando una serie de cambios en las rutinas. La mayoría de esas técnicas implican sufrimiento en los bebés, implican acelerar un proceso de maduración, conseguir algo que aún no le tocaría por su nivel de desarrollo. Esto, según Laura Paz, tiene consecuencias.
¿Significa entonces que no hay nada que hacer con este tema? Absolutamente, no. Se pueden hacer cambios, existen estrategias para mejorar el descanso de toda la familia, pero siempre entendiendo al bebé y no anteponiendo las necesidades adultas a las del bebé.
El sueño cumple funciones importantísimas para la salud y la inteligencia humanas y debe cuidarse y tratarse con respeto. Las familias deben asesorarse con profesionales sanitarios especializados en esta área. Porque quien pagará las consecuencias de ciertas técnicas o medicamentos será el niño.
Laura Paz desarrolla un proyecto de formación para futuras familias: BabyMaster. Es un programa de formación y acompañamiento que prepara a las futuras madres para el proceso de crianza de sus bebés en la salud. Según sus palabras, en el curso se les enseña a comunicarse con los recién nacidos y a crear su propia maternidad.
El papel de la familia en el sueño infantil
Las familias tienen un papel crucial en la salud de los bebés y también la construcción de sus hábitos de vida y sus ritmos de sueño y vigilia. Es por ello que las familias deben tener información real y herramientas para poder desempeñar esta función. Deben conocer también qué productos o informaciones erróneas intentará colocarles la industria, porque sus argumentos parecen muy convincentes si no se investiga qué hay detrás de ellos.
Por suerte, cada vez más familias deciden informarse más allá de lo establecido socialmente y se abren a la realidad de lo que necesita su bebé. Desde esa comprensión, la inmensa mayoría de problemas desaparecen.