AcuaMattic solucionará de principio a fin y la repercusión internacional que tiene en la biodiversidad del planeta según el director técnico de la compañía especializada en inteligencia artificial (Neurogenesis Ia Technologies), ingeniero civil en informática y Máster en Inteligencia Artificial, Álvaro Maldonado. El equipo está trabajando en su departamento técnico esta y otras vías de investigación.
Cualquier persona ha entrado en una tienda de animales y se ha quedado fascinada mirando lo hermoso y relajante que resultan los peces ornamentales. Este término genérico que describe a aquellos organismos acuáticos mantenidos en un acuario con propósitos de ornamento, ya sea para el disfrute de su observación o la reproducción y cría de mascotas.
El camino que ha recorrido un pez para llegar un acuario o hasta una tienda de peces, no comienza en una bolsa de plástico. Los peces ornamentales son importados desde criaderos especializados que, normalmente, suelen estar situados cerca de los hábitats en los que se encuentran las diferentes especies que pretenden criar para su posterior exportación.
Se trata de criaderos profesionales que reproducen y exportan los animales hasta hacerlos llegar a su acuario. Sin embargo, vale la pena retroceder hasta los criaderos de origen donde se inició, hace años y antes de criarlos en cautividad, un daño atroz a la biodiversidad del planeta.
Un daño atroz a la biodiversidad del planeta
Los pescadores de estas regiones suelen vivir y alimentarse de la pesca de peces de un mayor tamaño, diferentes a los peces que se suelen ver en las tiendas. Estos comenzaron a cambiar sus rutinas de pesca, adaptándolas a la pesca en vida de los peces tropicales que, por razones económicas, les resultaban mucho más rentables. No es lo mismo pescar a red o mediante anzuelo un número de peces para alimentar a toda una aldea que capturar cientos de peces sin apenas valor nutricional, pero sí de un alto valor comercial.
Con la pesca de un puñado de peces comunes, hay alimento para un par de días, pero con la captura de las especies más cotizadas se pueden obtener beneficios íntegros. Aquí es donde comienza el problema creado por una cadena de valor que solo ha conseguido llevar al límite el número de peces tropicales y que comienza cuando el pescador percibe un capital muy superior al venderlos a los recolectores.
Estos pescadores reciben un pago que supera y mejora su situación económica, por lo que ahora no pescan peces comunes y los poblados abandonan el trueque para ser capitalizados, comprando y vendiendo bienes de consumo o materiales. De este modo, se hace daño a las especies acuáticas, con las devastadoras consecuencias que ello implica en el hábitat y la biodiversidad del planeta, y se cambia el modo de vida natural que estos asentamientos nativos han estado desarrollando durante cientos de años en perfecta armonía. Antes, cogían lo que necesitaban de su ecosistema y ahora abusan mucho, entrando en la rueda del capitalismo, un modelo económico no sostenible y basado en la explotación de recursos.
La rueda del capitalismo
En este caso, los recursos son seres vivos que continúan la cadena de valor cuando los recolectores llevan la mercancía hasta los exportadores. El valor aumenta, ya que los recolectores añaden un margen de beneficio al precio por el que pagaron a los pescadores.
El recolector tiene dos opciones, llevarlos a un centro de cría donde son usados para añadir varianzas a la genética de los peces y criados en cautividad o, como segunda opción, venderlos directamente en el mercado negro, algo que la tecnología actual ha facilitado mucho. El resultado es el daño medioambiental y el desequilibrio entre los asentamientos nativos.
Cabe mencionar que los peces cuentan con un órgano que les permite saber a qué distancia están de la superficie, llamado la vejiga natatoria, y que es extremadamente sensible, ya que se encarga de hacer que el pez suba o baje a más profundidad y detecta la profundidad en la que se encuentra. La función de este órgano es muy importante para entender la travesía de estos peces y las consecuencias en las que deriva.
Tanto los peces que se comercializan en el mercado negro como los que son exportados vía comercial tienen el mismo problema. Estos son metidos en bolsas de plástico y empaquetados con corcho o espuma aislante para mantener la temperatura. Algo fundamental, ya que son peces tropicales y van a viajar a todas partes del mundo en dirección a los importadores. Ahí da comienzo el horror y la masacre.
Debido a la aceleración y frenada de los vehículos en los que son transportados, sus vejigas natatorias comienzan a dañarse y el estrés comienza cuando tocan la red del pescador. A esto se unen las vibraciones acústicas del sonido de los motores que conllevan un inevitable y lamentable resultado.
Más de la mitad de peces mueren durante el trayecto
Más del 50% de los peces llegan muertos a las importadoras y el resto de supervivientes suelen desarrollar enfermedades, ya que han compartido viaje con especímenes en descomposición. Una vez en las distribuidoras, estas separan los peces muertos de los vivos. Los muertos son procesados, añadiendo otros ingredientes nutritivos y medicinales para descartar agentes infecciosos y ser usados como alimento para los peces que han sobrevivido. Los especímenes que se importan suelen ser pequeños y están en etapa de crecimiento.
Tras una serie de tratamientos, los importadores consiguen ejemplares sanos para su distribución, previamente engordados con el alimento procesado. Una vez tienen el tamaño adecuado para que sean vendidos, pasan a ser distribuidos a las tiendas de animales, donde no suelen llegar peces muertos, pero sí enfermos, los cuales han de ser tratados en los acuarios de cuarentena para poder ser expuestos y vendidos de manera saludable.
Al 50% de defunciones hay que sumar que la mayoría de las importadoras cuentan con miles de acuarios para separar las especies por tamaño, variante, sexo, calidad, etc. Algo fantástico como modo de clasificación comercial, pero el problema radica en tener a especies tropicales de diferentes partes del planeta, con diferentes parámetros de agua y temperatura, todas bajo las mismas condiciones. El coste eléctrico para acondicionar la temperatura de cada especie y el mantenimiento de los parámetros requeriría de un coste energético y personal que es imposible de asumir por las distribuidoras, ya que producirían pérdidas.
Con cientos de especies de cada punta del planeta sometidas a los mismos parámetros de agua y temperatura, los peces supervivientes sufren una auténtica tortura que repercute en enfermedades que solo pueden ser controladas mediante el cambio de agua y medicamentos para aguantar la fase de engorde y minimizar el estrés todo lo posible. Al 50% hay que sumarle un mínimo del 10% más que no pueden soportar el tratamiento y las condiciones. De nuevo, en las tiendas de peces, el 40% que ha sobrevivido se enfrenta al mayor desafío de todos: el aficionado inicial o principiante.
El mayor desafío, el aficionado inicial o principiante
El estudio realizado por una de las compañías internacionales más reconocidas y serias del sector, con sede alemana, arroja los siguientes resultados. Del 100% de nuevos acuarios comprados, el 70% acaban guardados o tirados en un plazo inferior a 7 meses, debido a la complejidad que supone para una persona, que intenta iniciarse en el mundo de la acuariofilia, el aprender biología y química en un pronto periodo de tiempo. Cosas como la conservación del filtro, oxigenación, termostato y luz son relativamente sencillas, pero controlar los niveles de PH, KH, GH, cloro, sulfatos, fosfatos, nitratos, nitritos y conductividad no es algo que se pueda aprender de la noche a la mañana. De insistir en aprender a base de fallo y error es como logran sus beneficios las tiendas de peces, que no avisan a sus clientes de que los peces son seres vivos muy delicados, sino que su principal objetivo es vender.
La mortalidad del 40% de estos peces se ve afectada por el estudio anteriormente mencionado, por lo que se puede restar un 70% al 100% de peces supervivientes. Todo esto sin contar con las veces que los clientes hayan repetido el intento de comprar más peces para sustituirlos por los que se han muerto, hasta se frustran y deciden guardar el acuario. Álvaro Maldonado ejemplifica: «Un millón de peces (tetra Neón) salen de viaje y llegan medio millón con vida. A estos hay que restar 100.000 más que se quedan en el engorde y ese 70% de peces que en 7 meses acaban en acuarios vacíos. Si no se incluye la repetitiva compra de sustitución y se hacen cálculos extremadamente optimistas, se obtiene que, de 1 millón de estos peces, sobreviven 120.000 peces». Esto en un hipotético caso en el que el 30% de personas que inician la actividad no cometan ni un solo error desde el principio, algo poco probable. Lo que resulta en 60.000 peces.
También es cierto que de ese 30% son muchos los aficionados de cierto nivel de conocimiento que consiguen mantener los ejemplares sanos a la primera. Este es el problema y el modelo de negocio basado en el consumismo, donde nadie parece comprender que, a mayores peces, muertos más demanda y, cuánto menos mueran, menos ventas se producirán. Es más, si se consiguiera que el 100% de los peces que llegan sobreviviera, las tiendas tendrían que cerrar, ya que no venderían peces.
Una solución a favor de la biodiversidad del planeta
La solución de la compañía especializada en inteligencia artificial (Neurogenesis Ia Technologieses) es el resultado de años de estudio, investigación y desarrollo de un sistema que va más allá de proteger o parar el daño causado. Esta tecnología revierte el daño causado, devolviendo lo tomado anteriormente y potenciando tanto la biodiversidad de las especies como del hábitat de dónde provienen, sin perjudicar la cadena de valor y consiguiendo revertir la economía, para que sea en lugar productivo y no consumista.
Esto es posible con las herramientas actuales en inteligencia artificial. La propuesta de Álvaro Maldonado es contribuir al bienestar social mediante una herramienta que permita brindar los conocimientos necesarios en acuariofilia, para que cualquier tipo de usuario, experto o inexperto, sea capaz de adquirir e instalar un acuario de una manera responsable y sostenible en el tiempo.
Por otra parte, esta herramienta cuenta con un modelo clasificador de peces, entrenado con miles de vídeos e imágenes de las especies ornamentales más comunes. Esto proporciona un apoyo y acompañamiento personalizado para cada usuario, dependiendo de las características de las especies detectadas en su acuario. Finalmente, una vez identificada la especie y recopilado los parámetros actuales del agua, el sistema es capaz de recomendar la configuración de los parámetros del agua idóneos para conservar el acuario y el bienestar de las especies que lo habitan.
La inteligencia artificial ya está probada y preparada para salir al mercado, durante el primer trimestre del próximo año 2022. El ingeniero y Máster en Inteligencia Artificial, Álvaro Maldonado, transmite el entusiasmo con el que se está viviendo en Neurogenesis Ia Technologieses la emoción con los resultados obtenidos que, sin duda, aportarán un beneficio a la biodiversidad y al bienestar social.