Durante los últimos cinco años, América Latina ha atravesado una profunda transformación económica marcada por la inestabilidad política, el impacto de la pandemia, la digitalización acelerada y los cambios en los flujos de inversión extranjera. En este artículo, Mariano Aveledo, economista con más de tres décadas de trayectoria, ofrece un análisis riguroso y accesible sobre el rumbo de las economías latinoamericanas entre 2020 y 2025.
Tendencias clave: digitalización, transición energética y nearshoring
Mariano Aveledo identifica tres tendencias clave que han definido la transformación económica reciente:
Digitalización como motor de inclusión
El crecimiento de startups fintech, el aumento del comercio electrónico y el acceso a servicios financieros digitales han sido determinantes. Países como México y Colombia lideran el ecosistema emprendedor en este sector.
Transición hacia energías renovables
Latinoamérica posee uno de los mix energéticos más verdes del mundo, con inversiones crecientes en solar, eólica e hidrógeno verde, especialmente en Chile, Brasil y Uruguay. Esto no solo tiene implicaciones ecológicas, sino también geopolíticas.
Reconfiguración de cadenas de suministro
El fenómeno del nearshoring ha beneficiado a México, Centroamérica y República Dominicana, que han reforzado sus vínculos logísticos y comerciales con EE.UU. frente al deterioro de las relaciones con China.
Mariano Aveledo destaca que la recuperación económica ha sido desigual. Mientras que países como Uruguay o República Dominicana han mostrado resiliencia y crecimiento sostenido, otros como Argentina y Venezuela aún enfrentan profundas dificultades estructurales.
Opinión de Mariano Aveledo: una región en transición
Para Mariano Aveledo, el balance general de estos cinco años es de transición, resiliencia y oportunidad. Aunque los desafíos siguen siendo estructurales, la región ha demostrado capacidad de adaptación ante crisis sanitarias, climáticas y geopolíticas.
“América Latina no necesita reinventarse, sino recuperar la confianza en su propio potencial productivo, humano y creativo. La clave está en la profesionalización de sus instituciones, la inversión estratégica y una narrativa regional común”, señala Aveledo.