Una de las condiciones más perjudiciales para la vida de los perros es el comportamiento reactivo. Además, es una de las mayores preocupaciones de las familias multiespecie, ya que dificulta en gran manera la crianza del animal y pone en riesgo el bienestar de otros animales y personas dentro del círculo social.
Sin embargo, un comportamiento reactivo no tiene por qué ir asociado a un comportamiento agresivo por parte del animal, son cosas distintas.
En ese contexto, Noemí Haro, fundadora de Ulises y Argos, se ha centrado en ofrecer asesoramientos y cursos de educación canina, con el objetivo de orientar a las familias con animales en su núcleo acerca de la forma correcta de adaptarlos a la convivencia mediante un trato amoroso, amable y empático. Por ello, comparte algunos aspectos asociados a los comportamientos reactivos, como sus causas y cómo abordarlos.
Causas de los comportamientos reactivos
De acuerdo a la opinión de profesionales del sector, son diversos los motivos que influyen en el origen de los comportamientos reactivos en perros, destacando como uno de los más comunes los traumas a causa de una educación agresiva. En varias ocasiones, se ha querido relacionar la educación canina con el castigo, dos aspectos que a juicio de profesionales en educación canina como Noemí Haro no podrían ser más opuestos y contraproducentes para la salud y bienestar mental de los animales.
Al igual que sucede en la conducta humana, el maltrato de estos animales genera trastornos emocionales como ansiedad, miedo, fobias y disociación, que terminan causando comportamientos agresivos, ladrido incesante o saltos ante estímulos que reviven una experiencia dolorosa.
No obstante, estas marcas emocionales pueden remediarse para ayudar a los perros a superar y crecer felices en compañía de su familia, a través de programas educacionales amigables como los que ofrece Ulises y Argos.
¿Qué hacer ante el comportamiento reactivo?
Como una marca especializada en educación canina, Ulises y Argos ha sido catalogado como un espacio dedicado a mejorar la calidad de vida de los perros que conviven en familias multiespecie. Asegurando que el comportamiento desajustado de un perro es a causa de un exceso de impulsividad y de una situación emocional negativa que no puede expresar, por lo que consideran fundamental aprender a comprenderlos sin palabras.
En ese contexto, la fundadora de esta organización destaca que ante la presencia de comportamientos reactivos no son los gritos ni la autoridad las soluciones apropiadas para afrontarlo. Tampoco recomienda castigos o tensarlos por la correa cuando el perro inicie este tipo de conductas. En su lugar, enfatiza en la comprensión, el vínculo y la estimulación relajante del animal para que cese su ansiedad y logre sentirse seguro y protegido.
De la misma forma, la profesional destaca la importancia de crear un ambiente adecuado y tranquilo para el perro, así como de fomentar su autoconfianza y mejorar su bienestar, acompañándolo de la realización de ejercicios como pueden ser paseos en línea y redirecciones, entre otros, que le ayuden a construir una gestión del entorno positiva. La experta también hace hincapié en la necesidad de aprender a gestionar la presión social a la que se ven sometidas estas familias, así como en el refuerzo positivo y en la comunicación multiespecie para incentivar al perro a gestionar sus emociones y el entorno, manteniendo el mismo patrón de comportamiento de forma natural, sin ejercer presión física o psicológica sobre él.