Si se tiene en cuenta la frase de “Si nos enseñaran a perder, ganaríamos siempre” del libro del escritor Albert Espinosa, se puede obtener una moraleja vital. De hecho, se ha escrito sobre ello en distintos artículos de Periódico Digital.
No son los sucesos, sino la respuesta ante ellos lo que distingue entre “éxito” y “aprendimiento”. Todo ello puede condicionar una vida feliz.
Al margen del contenido del libro, que no será explicado en el actual artículo, es importante reconocer todo aquello que hace tambalear el bienestar de uno mismo, es decir, comprender diferentes aspectos de la vida y cómo afecta a la felicidad de cada uno de los individuos.
“Si nos enseñaran a perder, ganaríamos siempre” es una idea importante para recordar
Es frecuente escuchar a los abuelos decir: “no ofende quien quiere, sino quién puede”. Este consejo entrañable resultaba constructivo en el desarrollo de la adolescencia. Sin embargo, parece que a lo largo del tiempo, suele olvidarse la importancia del propio bienestar en detrimento de las entregas en el trabajo, la felicidad de los familiares o el estrés del día a día. Es decir, existe un movimiento de prioridades que, definitivamente, juegan un papel crucial en la felicidad de toda persona, posicionándose en segundo plano.
Parece ser que ocupar las agendas de manera desorbitada es tendencia en los últimos años. Incluso, si el día a día no está repleto de acciones, llamadas y reuniones se identifica como un día “poco productivo”.
Se suelen llenar tanto las agendas laborales y sociales que a menudo se olvida el valor de la relatividad del tiempo. La única verdad es el “ahora”, y el ahora requiere de plenas facultades para aprovechar cada día, siempre desde la base del bienestar.
Y es que de nada sirve “ser productivo” si falla el primer escalón, es decir, la tranquilidad y satisfacción de uno mismo.
Pirámide de Glasgow para la felicidad
Abraham Maslow fue un principal exponente de la psicología humanista. Maslow creía en una jerarquía de necesidades humanas y cómo satisfacer estas necesidades: desde la más básica, hasta la más compleja.
Entre los niveles más básicos, se encuentran las necesidades fisiológicas vitales para la supervivencia. Justo en escalones inmediatamente posteriores, se encuentran las necesidades de la moral, la familia e interacción social o reconocimiento, de modo que, en primer lugar, es esencial contar con el propio bienestar.
Independientemente de coincidir o no con esta tendencia humanista, lo cierto es que poder afrontar las adversidades con objetividad y desde un punto de vista positivo puede ayudar a mantener la propia salud mental, para un mejor desarrollo personal y laboral. En Una Vida Feliz se trabaja de distintos modos temáticas que afectan positivamente a estos desarrollos.